AYER y HOY

Una noche, exactamente a las 10, me puse a llorar. Iba a hacer estiramientos y me costaba tanto trabajo que sentí que ya no podía ni conmigo misma. No era solo sobrepeso… era obesidad, física y mental.

Pero llorar no iba a cambiar nada. Así que dije: “Diosito, quiero un cambio.” Decidí ayunar 7 días, cero calorías.

En el cuarto día pensé: ¿Y si hago 11?

Y luego dije: Mejor de una vez 21 días.

Me mentalicé.

Leí sobre ayuno prolongado y encontré muchísima información en contra. Pero fui sincera conmigo misma: “Si no me siento bien, lo cancelo.”

Y la verdad es que, con una mentalidad clara, fuerte y objetiva, todo cambió.

Mente: No permití opiniones de gente inexperta, ni siquiera de personas cercanas. (Después te cuento TODO.)

Cuerpo: No hice ejercicio exigente, pero tampoco me la pasé en reposo. Tomé agua con sal en momentos clave para evitar deshidratación.

Espíritu y emociones: Hice meditaciones breves, solo las que me hacían sentir cómoda. Me mantuve neutral, sin intoxicar mi mente.

¿Y sabes qué? Me la pasé cocinando para mi esposo y mis hijos… ¡y todo me quedaba delicioso! Solo con el olor y el tanteo, me inspiré a usar más hierbas y condimentos.

UNA MARAVILLA.

Ah, y por supuesto… abandoné mi papel de víctima.

Me aventé 21 días de CERO, CERO, CERO CALORÍAS.

Si quieres, te doy un NORTE para que hagas tu propio cambio radical.